Fármacos para la obesidad

El objetivo de este boletín INFAC es revisar los fármacos para la obesidad en personas adultas: eficacia, seguridad, indicaciones, aspectos prácticos de los fármacos autorizados  comercializados o no) y establecer su lugar en terapéutica. Boletín INFAC, 27 de noviembre de 2023

Impacto en la salud

Los efectos perjudiciales de la obesidad incluyen el aumento de la mortalidad, efectos metabólicos como la diabetes mellitus tipo 2 (DM2), el aumento de FRCV (hipertensión, hiperlipemia), de eventos cardiovasculares y de complicaciones musculo-esqueléticas. Incrementa también el riesgo de cálculos biliares, esteatosis hepática, apnea del sueño, reflujo gastroesofágico, artrosis y cáncer. La obesidad se considera la causa de, al menos, 13 tipos distintos de cáncer (incluyendo cáncer de mama, colorrectal, renal, hepático, de ovario, mieloma múltiple o meningioma). Se prevé que la obesidad pueda desplazar en algunas regiones de Europa al tabaco como principal factor de riesgo de cáncer prevenible en las próximas décadas.

Se debe considerar también el estigma social asociado a la obesidad y los efectos perjudiciales sobre la salud mental.

Por otra parte, el abordaje del sobrepeso y la obesidad se asocia a múltiples beneficios sobre la salud a nivel de factores de riesgo (hipertensión, dislipemia), DM2 y reducción de eventos cardiovasculares. Otros beneficios incluyen mejoras en la incontinencia urinaria, apnea del sueño, depresión, calidad de vida, capacidad funcional y movilidad. La evidencia procedente de estudios observacionales sugiere también una reducción en la mortalidad.

El objetivo de este boletín INFAC es revisar los fármacos para la obesidad en personas adultas: eficacia, seguridad, indicaciones, aspectos prácticos de los fármacos autorizados  comercializados o no) y establecer su lugar en terapéutica.

Prevención de la obesidad: necesidad de un enfoque poblacional

La obesidad se produce cuando hay un desequilibrio energétic asociado al consumo de alimentos poco saludables con alto contenido en grasas y azúcares, junto con inactividad física. Hay múltiples factores que influyen en el desarrollo de la obesidad, como la predisposición genética, los estilos de vida y los determinantes sociales. Sin embargo, la alta prevalencia y la tendencia al alza se explican por la exposición continua a un contexto obesogénico.

El entorno obesogénico facilita conductas sedentarias y alimentación no saludable. Abarca factores sociales, culturales, entornos digitales y ocupacionales, las prácticas de la industria alimentaria o las condiciones de infraestructuras urbanas, que influyen en la capacidad de los individuos para adoptar estilos de vida saludables.

Muchos profesionales sanitarios y pacientes comparten la creencia de que la obesidad es el resultado de estilos de vida inapropiados, que están bajo el control voluntario de las personas afectadas. Esta idea puede estigmatizar a las personas con obesidad y crear reticencias a la hora de utilizar los distintos tipos de intervenciones disponibles.

Por todo ello, la prevención de la obesidad requiere un enfoque social y poblacional, que vaya más allá de la responsabilidad individual, con la implementación de políticas públicas que mejoren el acceso a alimentos saludables asequibles y promuevan la actividad física. Algunos ejemplos incluyen los impuestos a las bebidas azucaradas, acciones regulatorias sobre la industria alimentaria, intervenciones sobre comedores escolares o cambios en la planificación urbana que promuevan la movilidad a pie o en bicicleta.

La OMS propone un nuevo marco de referencia para la provisión de servicios de salud que abarque la prevención y manejo de la obesidad, que sea universal, accesible, asequible y sostenible, y que incluya el autocuidado, la intervención comunitaria, atención primaria y servicios especializados en obesidad. A nivel comunitario y de atención primaria, las actividades preventivas incluyen la intervención oportunista breve para prevenir el sobrepeso y la obesidad, el consejo en el autocuidado, los grupos de apoyo, ofrecer oportunidades para acceder a recursos de actividad física o reforzar la adherencia a estilos de vida saludables, entre otras.

Todas las guías comparten la idea de que el abordaje del sobrepeso y la obesidad debe ser multidisciplinar, incluyendo la promoción de estilos de vida saludables y la modificación de conducta y, en algunos casos, farmacoterapia o cirugía bariátrica.

Medidas no farmacológicas

El objetivo del tratamiento de la obesidad es prevenir, tratar o revertir las complicaciones de la obesidad y mejorar la calidad de vida de las personas a través de la reducción de peso. El tratamiento inicial consiste en una intervención sobre estilos de vida que combine dieta saludable con restricción calórica, aumento de la actividad física y modificación de la conducta. Con estas intervenciones se suele alcanzar una pérdida de peso del 5-7%, que se asocia a beneficios en salud, si bien a veces es difícil de mantener en el tiempo.

La práctica de actividad física, si bien es menos eficaz que la restricción calórica en promover la pérdida de peso, es un predictor fuerte de mantenimiento de la misma. Además, atenúa la pérdida de masa muscular que conlleva la pérdida de peso. El componente conductual facilita la adherencia a dieta y ejercicio, así como el mantenimiento de los cambios a largo plazo.

En las personas con prediabetes, la modificación de estilos de vida enfocada en la pérdida de peso reduce la progresión a diabetes, siendo más eficaz que fármacos como la metformina. En la diabetes, la pérdida de peso supervisada se ha asociado a remisión de la enfermedad en el 50% de los pacientes.

El Boletín INFAC Volumen 31, nº 5 2023, completo, disponible en https://n9.cl/3bi61

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