Inercia terapéutica

Las intervenciones para reducir la inercia terapéutica incluyen el acceso a pautas de tratamiento basadas en evidencia y herramientas en el lugar de atención, preferiblemente integradas con sistemas de registros clínicos; educación clínica, incluidas visitas educativas; recordatorios; auditorías clínicas con retroalimentación y reflexión sobre la práctica; toma de decisiones compartida; indicaciones de los pacientes; y monitorización ambulatoria o domiciliaria (por ejemplo, monitorización ambulatoria de la presión arterial). Aust Prescr  20 de febrero de 2024

La inercia terapéutica, a veces denominada inercia clínica, se ha definido como la imposibilidad de iniciar o intensificar la terapia cuando no se alcanzan los objetivos terapéuticos.

La falta de inicio o intensificación del tratamiento según las directrices clínicas se ha relacionado con un control subóptimo de una variedad de enfermedades crónicas.

Los factores clínicos que contribuyen a la inercia terapéutica incluyen lagunas de conocimiento; malestar por la incertidumbre sobre el diagnóstico, el objetivo terapéutico o la evidencia; preocupaciones sobre la seguridad de la intensificación del tratamiento; y limitaciones de tiempo. Las características de los pacientes que pueden estar asociadas con la inercia terapéutica incluyen el sexo masculino, la edad avanzada, la menor esperanza de vida, múltiples comorbilidades y parámetros clínicos cercanos al objetivo.

Puede haber razones distintas a la inercia terapéutica que expliquen la aparente falta de tratamiento. La aparente inercia en la prescripción puede ir acompañada de acciones apropiadas, como la provisión de consejos sobre el estilo de vida o intervenciones para promover la adherencia a la medicación existente. Algunos pacientes optan por no intensificar el tratamiento.

Las intervenciones para reducir la inercia terapéutica incluyen el acceso a pautas de tratamiento basadas en evidencia y herramientas en el lugar de atención, preferiblemente integradas con sistemas de registros clínicos; educación clínica, incluidas visitas educativas; recordatorios; auditorías clínicas con retroalimentación y reflexión sobre la práctica; toma de decisiones compartida; indicaciones de los pacientes; y monitorización ambulatoria o domiciliaria (por ejemplo, monitorización ambulatoria de la presión arterial).

el artículo

Usherwood T. Therapeutic inertia. Aust Prescr 2024;47:15-9 . DOI: 10.18773/austprescr.2024.001

Disponible en https://n9.cl/fwd4e

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