Inhibidores de la bomba de protones: recomendaciones de uso

Infac, 2016 vol 24 Nº 8

Infac, 2016 vol 24 Nº 8

Los inhibidores de la bomba de protones (IBP) se encuentran entre los fármacos más prescritos y utilizados por la población en nuestro medio, siendo el omeprazol el fármaco más prescrito en Osakidetza. Se estima que una de cada 10 personas toma un IBP diariamente, cifra que se encuentra por encima de la de otros países europeos.

En general, se considera que los IBP son fármacos seguros, aunque no están exentos de riesgos; en su utilización a largo plazo se ha descrito un aumento del riesgo de fracturas osteoporóticas, infecciones entéricas, neumonía, hipomagnesemia o déficit de hierro y vitamina B12, entre otros. Es por ello que su uso a largo plazo sólo se recomienda en poblaciones y circunstancias clínicas concretas; sin embargo, en Euskadi el 33% de los mayores de 65 años y un 5% de la población menor de 65 años tienen prescrito un IBP de forma crónica. Pero probablemente este consumo sea aún mayor, si se tiene en cuenta el consumo de IBP sin prescripción médica.

Ante estos datos, resulta relevante conocer qué parte de esta elevada exposición poblacional a los IBP se ajusta a una prescripción prudente y basada en la evidencia y en qué casos nos deberíamos plantear una deprescripción de tratamientos. De hecho, disponemos de estudios, tanto estatales como internacionales, en los que estiman en un 50-70% los tratamientos inadecuados en cuanto a la indicación, la dosificación y/o la duración del tratamiento.

La prescripción inadecuada de IBP es un problema común y afecta a todos los niveles asistenciales. Hay diversos aspectos que pueden ser revisados:

  • Indicaciones de uso y vigencia de las mismas. Posiblemente el error de indicación más frecuente sea la profilaxis de lesiones gastroduodenales en pacientes con bajo, o incluso nulo, riesgo gastrolesivo. Además, muchos pacientes reciben IBP sin una indicación clara, o bien la patología que motivó su prescripción es lejana en el tiempo.
  • Población candidata al tratamiento. La población anciana, que con mayor frecuencia asocia polimedicación y comorbilidad, es un colectivo que en muchas ocasiones recibe tratamientos inadecuados de IBP.
  • Utilización de dosis elevadas y tratamientos prolongados innecesarios. En situaciones crónicas, como la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), sólo una minoría de pacientes requiere tratamientos de larga duración y tras un periodo de tratamiento adecuado es posible plantearse una reducción de la dosis o la suspensión del mismo.
  • Mantenimiento de prescripciones inadecuadas en las transiciones asistenciales. Se estima que un 50-70% de las prescripciones de IBP son inadecuadas, siendo la hospitalización un factor de riesgo para esta inadecuación. Son varios los estudios que muestran que durante la estancia hospitalaria se inician tratamientos con IBP, no siempre justificados, que además se prolongan innecesariamente al alta.
  • Duplicidades producidas tras recibir atención en distintos niveles asistenciales. La prescripción por principio activo es recomendable ya que, en ocasiones, el desconocimiento de los nombres comerciales conduce a duplicidades en los tratamientos con IBP. En el caso particular de Vimovo®, que contiene naproxeno + esomeprazol, es conveniente comprobar que el paciente no tiene prescrito un IBP e informar convenientemente al paciente de que, además del antiinflamatorio, el medicamento contiene un IBP.
  • Posibilidad de deprescribir en determinadas situaciones contando con la participación del paciente. Ante una posible deprescripción, deberíamos discutir con el paciente las distintas estrategias para la retirada de los IBP y tener en cuenta sus preferencias.

 

El boletín completo:

INFAC_24_n_8_ IBP recomendaciones.pdf [Internet]. [citado 10 de noviembre de 2016].

Disponible en: http://bit.ly/2fB0qdM

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