Probióticos: mucho ruido y ¿cuántas nueces? Boletín Infac

La literatura generada en torno a los probióticos es extensa, de hecho, en el año 2003 ya se abordó un INFAC sobre alimentos funcionales. Sin embargo, los datos clínicos que respaldan su utilidad continúan siendo confusos y suscitan dudas sobre su efectividad y seguridad. En este nuevo número se tratará de ampliar y aclarar el posible beneficio del uso de los probióticos en la prevención o tratamiento de distintas patologías en población pediátrica y adulta. CEVIME, 19 de abril de 2021


 

Introducción

La microbiota hace referencia al conjunto de microorganismos que reside en nuestro cuerpo (bacterias, hongos, arqueas, virus y parásitos), mientras que el término microbioma es más amplio y hace referencia a todo el hábitat, que incluye las comunidades microbianas, sus genes y metabolitos, así como las condiciones ambientales que los rodean en cada una de sus localizaciones. Estos ecosistemas se encuentran en el tracto gastrointestinal, el genitourinario, la cavidad oral, la nasofaringe, el tracto respiratorio y la piel, entre otros. Entre todas estas localizaciones destaca el microbioma intestinal por ser el más complejo, diverso y nume­roso, siendo hasta el momento el más estudiado1.

La microbiota se compone de cientos de especies diferentes y, por ejemplo, en el colon de un ser humano adulto se ubican aproximadamente 40 billones de células2. La microbiota desempeña importantes funciones: metabólica, de barrera e inmunorreguladora, imprescindibles para el correcto mantenimiento del estado de salud del hospedador; de tal forma que algunos la consideran un órgano más1 y múltiples estudios apuntan a que las poblaciones de microorganismos colonizantes difieren entre individuos sanos y enfermos2.

Las interacciones entre los microbios intestinales y el hospedador son objeto de una intensa investigación, parte de la cual implica la manipulación de la microbiota intestinal con una intención terapéutica3. En los últimos años, se ha acrecentado el interés por actuar en corregir, de algún modo, las posibles “disfunciones o alteraciones de este órgano”, mediante la utilización de agentes probióticos, prebióticos y simbióticos siendo los primeros los más estudiados (ver tabla 1).

Tabla 1. Definiciones2

Concepto

Definición

Probióticos

Microorganismos vivos que, cuando se consumen en cantidades apropiadas, confieren al hospedador un beneficio para la salud.

Prebióticos

Ingredientes de la dieta que al ser fermentados selectivamente por las bacterias intestinales modifican la composición y/o actividad de la microbiota gastrointestinal y benefician la salud del individuo. Por ejemplo: oligofructosa, inulina o lactulosa.

Simbióticos

Productos que contienen tanto probióticos como prebióticos, con beneficios para la salud atribuidos.

En la última década, han surgido otros productos relacionados con los probióticos como los psicobióticos (probióticos con posibles efectos positivos en personas con patología psiquiátrica), los paraprobióticos (pro­bióticos no viables con similares acciones y efectos que los vivos) o los postbióticos (sustancias producidas por los probióticos y liberadas al medio)4. Sin embargo, la mayoría de los estudios con estos productos se encuentran en fase preliminar.

Hoy en día, los probióticos se utilizan ampliamente por población sana con el propósito de “mejorar la salud” o de prevenir enfermedades, pero también como terapia en algunas patologías4. De hecho, el mercado global de probióticos alcanzó el valor de 49.400 millones de dólares americanos en 2018 y se prevé que al­cance los 69.300 millones en 20235.

Los productos probióticos se clasifican principalmente como alimentos o suplementos dietéticos que, a di­ferencia de los medicamentos, tienen que cumplir con criterios regulatorios significativamente menos estric­tos. Para asegurar que un producto comercial ofrece el beneficio para la salud que se afirma, deberá cumplir con las siguientes características de garantía:

Identificación del microorganismo a nivel de cepa: la mayoría de efectos reconocidos son dependien­tes de la cepa y no son necesariamente generalizables a otras especies o cepas6,7.

Contenido en cantidad suficiente: para que un probiótico sea efectivo debe sobrevivir al medio ácido del estómago y transitar a través del intestino, por lo que debe ingerirse en altas concentraciones6.

La literatura generada en torno a los probióticos es extensa, de hecho, en el año 2003 ya se abordó un INFAC sobre alimentos funcionales. Sin embargo, los datos clínicos que respaldan su utilidad continúan siendo confusos y suscitan dudas sobre su efectividad y seguridad. En este nuevo número se tratará de ampliar y aclarar el posible beneficio del uso de los probióticos en la prevención o tratamiento de distintas patologías en población pediátrica y adulta.

el Boletín Infac volumen 29 • nº 3 • 2021, completo en https://bit.ly/32yYnjm

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