Recomendaciones para el Uso Seguro de los Medicamentos de Alto Riesgo en Pediatría

En este documento se han adaptado y complementado las recomendaciones generales anteriores a la población pediátrica, para facilitar la puesta en marcha de programas de prevención de errores en estos pacientes en cada centro, estandarizar los medicamentos sobre los que priorizar las actividades y promover prácticas seguras con estos medicamentos. El documento proporciona, en primer lugar, una lista de referencia de los medicamentos de alto riesgo en pacientes pediátricos. En segundo lugar, el documento incide en la necesidad de que los centros desarrollen e implementen programas de mejora de la seguridad de los medicamentos de alto riesgo. Por último, el documento describe los errores más frecuentes y las prácticas específicas para los grupos farmacológicos o medicamentos de alto riesgo siguientes: agonistas adrenérgicos IV, antibióticos aminoglucósidos, anticoagulantes orales, heparinas y otros anticoagulantes parenterales, bloqueantes neuromusculares, insulinas, medicamentos para sedación moderada y mínima, nutrición parenteral, opioides, metotrexato (uso no oncológico), paracetamol IV, potasio IV y vancomicina. Ministerio de Sanidad, España. Diciembre de 2024

La Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó en 2017 el tercer reto mundial de seguridad del paciente “Medicación sin daño”, con objeto de reducir los errores de medicación y los eventos adversos prevenibles asociados a los medicamentos, dado que representan casi el 50% de los daños prevenibles causados por la asistencia sanitaria. En este reto, se insta a los países miembros a que centren sus actuaciones de mejora de la seguridad en tres áreas prioritarias: las transiciones asistenciales, la polifarmacia inapropiada y las situaciones de alto riesgo. Entre estas situaciones, se incluyen aquellos grupos de pacientes que son más vulnerables a los errores de medicación, como son los pacientes pediátricos, y también el uso de medicamentos de alto riesgo. Posteriormente, la OMS adoptó el “Plan de Acción Mundial para la Seguridad del Paciente 2021-2030”, que incluye una estrategia específica que incide en la necesidad de implantar prácticas seguras para mejorar la seguridad del uso de los medicamentos, centradas en las recomendaciones del tercer reto.

Los medicamentos de alto riesgo son aquellos que tienen una probabilidad muy elevada de causar daños graves o incluso mortales cuando se produce un error en el curso de su utilización. Por otra parte, en los pacientes pediátricos confluyen una serie de factores específicos que hacen que los errores de medicación sean más frecuentes que en adultos y que el riesgo de que estos errores causen eventos adversos sea mayor. Por todo ello, en estos pacientes es si cabe más necesario implantar medidas para prevenir los errores, con el fin de evitar posibles consecuencias graves o fatales.

En nuestro país, el Ministerio de Sanidad, en el marco de la “Estrategia de Seguridad del Paciente del Sistema Nacional de Salud (Periodo 2015-2020)”, ha promovido la implantación de prácticas seguras con los medicamentos de alto riesgo, así como el desarrollo de intervenciones dirigidas a evitar errores de medicación en los pacientes pediátricos. Asimismo, en 2023 publicó el documento de “Recomendaciones para el Uso Seguro de los Medicamentos de Alto Riesgo”, para ayudar a los profesionales a gestionar con seguridad estos medicamentos en los centros sanitarios. En este documento se indicaba que determinadas unidades, como las de atención a pacientes pediátricos, podrían adaptar las listas de medicamentos de alto riesgo ya existentes e incorporar otros medicamentos considerados de alto riesgo específicamente en estos pacientes.

En este documento se han adaptado y complementado las recomendaciones generales anteriores a la población pediátrica, para facilitar la puesta en marcha de programas de prevención de errores en estos pacientes en cada centro, estandarizar los medicamentos sobre los que priorizar las actividades y promover prácticas seguras con estos medicamentos. Sus principales objetivos han sido los siguientes:

- Proporcionar una lista con los medicamentos de alto riesgo en la población pediátrica.

- Disponer de un documento que recoja las prácticas recomendadas para la utilización segura de los medicamentos de alto riesgo en pacientes pediátricos, que adapte las recomendaciones generales y las complemente con las especificaciones pertinentes.

- Facilitar y promover la aplicación de actuaciones para reducir los errores asociados a estos medicamentos en pacientes pediátricos.

- Promover la formación sobre prácticas seguras con los medicamentos de alto riesgo a todos aquellos profesionales sanitarios implicados en la atención al paciente pediátrico.

- Fomentar la información a pacientes y familiares, promoviendo la participación activa de los mismos en estrategias abordadas por la institución.

El documento proporciona, en primer lugar, una lista de referencia de los medicamentos de alto riesgo en pacientes pediátricos, que se ha elaborado considerando los medicamentos utilizados en niños de las listas del documento de Recomendaciones para el Uso Seguro de los Medicamentos de Alto Riesgo y las listas específicas recogidas en la bibliografía para esta población. Esta lista debe ser utilizada como referencia por los centros sanitarios para establecer su propia relación de medicamentos de alto riesgo en la población pediátrica, como punto de partida para iniciar sus actividades de prevención.

En segundo lugar, el documento incide en la necesidad de que los centros desarrollen e implementen programas de mejora de la seguridad de los medicamentos de alto riesgo, dirigidos a reducir los errores en todas las fases del circuito de utilización de los medicamentos, siguiendo las recomendaciones de la OMS y de organizaciones expertas en seguridad. Estos programas deben complementarse considerando los problemas de seguridad específicos de la población pediátrica. Para ello, deben participar pediatras y otros profesionales involucrados en la atención a este colectivo, que deben desarrollar iniciativas específicas dirigidas a pacientes pediátricos, de forma coordinada con las prácticas generales que se acometan en el centro, y deben encargarse de su traslado a la práctica asistencial.

Las actuaciones que los centros deben acometer para desarrollar un programa de reducción de errores con los medicamentos de alto riesgo son:

1. Elaborar una lista de medicamentos de alto riesgo propia de la organización en los que priorizar la implantación de prácticas seguras. Se recomienda que, como mínimo, esta lista incluya:

- para todos los pacientes: anticoagulantes, insulinas, opiáceos, bloqueantes neuromusculares, potasio IV, metotrexato oral (uso no oncológico) y citostáticos (excepto si no se utilizan en el centro).

- además, para pacientes pediátricos: agonistas adrenérgicos IV, antibióticos aminoglucósidos y vancomicina, medicamentos para sedación moderada y mínima, nutrición parenteral y paracetamol IV.

Se podrán incluir otros medicamentos adicionales de la lista de referencia, considerando los errores con daño más frecuentes o más graves ocurridos en el propio centro o recogidos en publicaciones de seguridad, pero la lista no debe ser muy extensa, de forma que la implantación de las prácticas seguras necesarias sea factible.

2. Seleccionar e implementar múltiples prácticas seguras en las diferentes etapas del circuito de utilización de los medicamentos, para cada uno de los grupos terapéuticos o medicamentos específicos incluidos en su lista de alto riesgo.

Para seleccionar las prácticas a implementar es preciso considerar la “jerarquía de efectividad” de las prácticas de prevención de errores. Se aconseja seleccionar prioritariamente prácticas que sean muy efectivas, como las asociadas a la automatización y/o tecnologías, o moderadamente efectivas, como la estandarización y simplificación; y combinarlas con prácticas de baja efectividad que requieran que los profesionales sigan normas, protocolos o procedimientos para evitar el error.

También se deben considerar los factores que propician los errores en los pacientes pediátricos. Así, puesto que en estos pacientes los errores derivan con frecuencia de la necesidad de realización de cálculos para ajustar la dosis o para fraccionar o diluir las presentaciones comercializadas, se deberán seleccionar prácticas seguras dirigidas a detectar y reducir estos errores.

3. Incluir prácticas que promuevan la participación activa de los pacientes, familiares y personas cuidadoras en el manejo seguro de estos medicamentos.

Se incidirá, de manera especial, en la importancia de un correcto almacenamiento que evite intoxicaciones accidentales o usos inadecuados con estos medicamentos. También se les debe proporcionar información escrita y materiales que les ayuden a garantizar su utilización segura, en un lenguaje fácilmente comprensible.

4. Difundir la lista de los medicamentos de alto riesgo y las prácticas establecidas y formar a los profesionales sanitarios.

Es preciso organizar sesiones informativas o cursos para explicar la importancia de aplicar cada práctica de reducción de riesgos e incentivar la notificación de incidentes con los medicamentos de alto riesgo.

5. Efectuar un seguimiento de la implantación de las prácticas y evaluar su efectividad.

Los centros deben establecer indicadores de proceso y de resultados para revisar la implantación y para monitorizar la efectividad de las prácticas establecidas. Periódicamente deben realizarse evaluaciones que permitan medir y analizar los resultados en reuniones con el Comité de Gestión de Riesgos, la Comisión de Farmacia y la Dirección del centro.

En tercer lugar, el documento recoge las prácticas generales de seguridad que se aconseja implantar para prevenir los errores con los medicamentos de alto riesgo en pacientes pediátricos. Estas prácticas son comunes a todos estos medicamentos y están dirigidas a todas y cada una de las etapas del proceso de utilización, desde la selección y adquisición; el almacenamiento, la prescripción y validación; hasta la preparación, administración, monitorización y las transiciones asistenciales y la educación a pacientes y cuidadores. Aunque se han centrado en la gestión segura de estos medicamentos en los pacientes pediátricos, muchas de ellas son también aplicables a cualquier tipo de medicamento y de pacientes, y están recogidas en el documento general anterior de Recomendaciones para el Uso Seguro de los Medicamentos de Alto Riesgo.

Por último, el documento describe los errores más frecuentes y las prácticas específicas para los grupos farmacológicos o medicamentos de alto riesgo siguientes: agonistas adrenérgicos IV, antibióticos aminoglucósidos, anticoagulantes orales, heparinas y otros anticoagulantes parenterales, bloqueantes neuromusculares, insulinas, medicamentos para sedación moderada y mínima, nutrición parenteral, opioides, metotrexato (uso no oncológico), paracetamol IV, potasio IV y vancomicina.

El documento completo

Recomendaciones para el Uso Seguro de los Medicamentos de Alto Riesgo en Pediatría. Madrid: Ministerio de Sanidad, Instituto para el Uso Seguro de los Medicamentos, Asociación Española de Pediatría y Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria; 2024.

disponible en https://n9.cl/cldx8

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