Uso de antihistamínicos en patología alérgica

En este Boletín se revisan los antihistamínicos disponibles para las principales enfermedades alérgicas en nuestro entorno. BIT. Vol. 30, núm. 6, 2019 Cat Salut, 25 de noviembre de 2019

Butlletí d’informació terapèutica, 

Resumen
Los antihistamínicos anti-H1 son los fármacos más utilizados para el tratamiento de las enfermedades alérgicas. Se clasifican en antihistamínicos de primera generación (clorfeniramina, difenhidramina, Hidroxicina) y de segunda generación (bilastina, cetirizina, desloratadina, ebastina, fexofenadina, levocetirizina, loratadina, rupatadina).
Actualmente, por vía oral, se recomienda utilizar siempre antihistamínicos de segunda generación con una acción más selectiva sobre los receptores H1 y una baja liposolubilidad que permite una distribución limitada al sistema
nervioso central (SNC). En caso de necesitar un antihistamínico parenteral sólo se dispone de la dexclorfeniramina, que es de primera generación.
Los antihistamínicos son efectivos en el tratamiento de las rinoconjuntivitis alérgicas y las urticarias de cualquier etiología. La elevada prevalencia de la rinitis en la población general (20%) hace que la prescripción de antihistamínicos
sea ​​muy elevada. En la rinitis son más efectivos para tratar la mucosidad, el prurito y los estornudos que la congestión nasal. También se utilizan como tratamiento de la urticaria crónica espontánea. Asimismo, los antihistamínicos no controlan el prurito de la dermatitis atópica ni son el tratamiento de primera línea en la anafilaxia.
Los antihistamínicos anti-H1 son, en general, fármacos bien tolerados. Los de primera generación cruzan la barrera hematoencefálica y pueden producir sedación y efectos anticolinérgicos centrales (confusión, agitación, etc.) y periféricos (retención de orina, sequedad de boca, xerostomía). En caso de que un paciente necesite tratamiento antihistamínico es importante tener en cuenta la carga anticolinérgica de los fármacos que está tomando; esto resulta especialmente relevante en pacientes de edad avanzada.
Otro efecto adverso de algunos antihistamínicos, potencialmente grave, es la prolongación del intervalo QT, que motivó la retirada del mercado de fármacos como astemizol y terfenadina.
Hay que tener presente que hay ciertos grupos de población (embarazadas, lactantes, edad avanzada, insuficiencia renal y / o hepática y niños) en los que los antihistamínicos deben prescribirse con precaución teniendo en cuenta las recomendaciones de la ficha técnica del fármaco.
En este Boletín se revisan los antihistamínicos disponibles para las principales enfermedades alérgicas en nuestro entorno.

El boletín elaborado por B. Andrés, M. Corominas, R. Llop, y R. Lleonart.

disponible en http://bit.ly/34niS1Y

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