Protegiendo el valor de la ciencia médica en la era de las redes sociales y las "Noticias falsas"

Jama, 19 de noviembre de 2018 La información científica y la desinformación se amplían a través de las redes sociales. A medida que esos canales se vuelven vulnerables a la integridad científica, existen oportunidades para desarrollar contramedidas y estrategias específicas de vigilancia y respuesta.

 

Jama, 19 de noviembre de 2018

Nuevas amenazas a la comunicación científica efectiva hacen que sea más difícil separar la ciencia de la ciencia ficción. Los pacientes pueden ser perjudicados por la desinformación o por onfianza sobrevalorada; por ejemplo, los pacientes con cáncer que usan medicina complementaria son más propensos que los pacientes que no la usan para rechazar terapias basadas en la evidencia y tienen mayor mortalidad.1 Los investigadores que producen ciencia objetiva ya no pueden concentrarse simplemente en difundir el mensaje. Ahora también deben defender esa evidencia de los desafíos a la validez e interpretación de su investigación y, a veces, ser proactivos para garantizar que los mensajes no demostrados no compitan con el mensaje correcto. Por ejemplo, las creencias infundadas y, sin embargo, persistentes, que vinculan el autismo con la vacunación demuestran tanto los peligros para la salud de la información errónea como el esfuerzo requerido para contrarrestar esa información errónea. La postura adversa parece estar destinada a disminuir la confianza en la empresa científica, pero las alternativas parecen peores.

 

Factores contribuyentes
Tres factores relacionados contribuyen a las circunstancias actuales. Uno es la rápida disminución en el costo de publicación de información. Cuando obtener información para el público era costoso, la comunicación solo podía provenir de gobiernos o de intereses privados con muchos recursos. La comunicación también provino de editoriales que desarrollaron procesos editoriales para proteger el valor de sus inversiones de capital. Estas organizaciones podían comunicar información correcta o incorrecta según lo consideraran conveniente, pero había menos de ellos, y eran generalmente identificables, lo que hacía que sus sesgos fueran más fáciles de entender. Ahora, cualquiera puede twittear o publicar en Facebook. Las redes sociales son, de hecho, democratizadoras, pero sus dinámicas novedosas permiten que el contenido estratégico se infiltre en las redes sociales confiables, presentándose y propagándose como comentarios influyentes.

En segundo lugar, está la creciente capacidad de seleccionar qué información se escucha. Cuando el público estaba restringido al periódico local o la estación de radio, todos escuchaban lo mismo. El poderoso impulso de favorecer la información que confirma las vistas anteriores combinadas con una nueva capacidad para filtrar la alternativa crea la cámara de eco de los medios contemporáneos. Las cuentas de Twitter que se presume son bots han generado un sentimiento positivo en línea sobre el uso de los cigarrillos electrónicos.2 Los clínicos y los científicos también son vulnerables, con mayor capacidad de exponerse de forma selectiva para confirmar las pruebas.

Tercero, y más recientemente, es que la ubicuidad de la desinformación ha creado una herramienta para perpetuarla. Los opositores al contenido de un informe o mensaje solo necesitan denunciarlo como "noticias falsas" para invocar una conspiración contra ese contenido. Esta sola frase casi parece iniciar una respuesta anamnésica entre los que no están dispuestos a aceptar o creer el contenido, automatizando cascadas de incredulidad y despido. La información errónea no tiene restricciones y puede diseñarse estratégicamente para su difusión. Por ejemplo, la información falsa sobre la pandemia de Zika tuvo una mayor aceptación que las publicaciones precisas.

Los medios sociales han creado una capacidad sin precedentes para difundir el sentimiento y ejercer influencia. Las personas expuestas a menos expresiones positivas en las redes sociales tienen más probabilidades de publicar menos expresiones positivas en las redes sociales.4 El mundo se ha alarmado por las revelaciones de la publicación de información errónea motivada políticamente a través de los canales de las redes sociales y por el alcance que ha alcanzado esa información. La ciencia y la salud son igualmente vulnerables a la manipulación estratégica.

 

 

el artículo

Merchant RM, Asch DA. Protecting the Value of Medical Science in the Age of Social Media and “Fake News”. JAMA. Published online November 19, 2018. doi:10.1001/jama.2018.18416

 

en  http://bit.ly/2RYCfYu

 

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