Inhibidores del cotransportador de sodio y glucosa 2: novedades sobre eficacia y seguridad de las gliflozinas.

La evidencia acumulada ya permite delinear algunas orientaciones, que desarrollaremos en este número . FoliaDoc Año XXV Nº3 2022, 24 de enero de 2023

En el año 2013 salió a la venta la canagliflozina, el primer fármaco de una nueva clase de hipoglucemiantes: los inhibidores del cotransportador de sodio y glucosa de tipo 2 (iSGLT-2). Este nuevo medicamento, y los que lo siguieron poco después, tuvieron que atravesar las pruebas de seguridad cardiovascular (CV) que la Administración de Medicamentos y Alimentos de los EE.UU. (FDA, por su sigla en inglés) había establecido como requisito para los hipoglucemiantes a partir de 2008, cuando se demostró el aumento de riesgo cardiovascular asociado a la rosiglitazona. El resultado fue inesperado porque no sólo no aumentaban dicho riesgo sino que, en algunos casos, se observó una reducción de desenlaces cardíacos, especialmente internaciones por insuficiencia cardíaca, y un enlentecimiento en la velocidad de descenso de la función renal. A la luz de estos resultados obtenidos en pacientes diabéticos, se realizaron luego estudios en pacientes con insuficiencia cardíaca o enfermedad renal crónica no diabéticos, confirmando dicho beneficio clínico. Pero mientras se avanzaba en la determinación de la eficacia de los iSGLT-2, también se iban definiendo mejor sus efectos adversos. Pronto resultó claro que aumentaban las notificaciones de infecciones genitourinarias de origen bacteriano y micótico, que podían favorecer la insuficiencia renal aguda y la cetoacidosis diabética, especialmente en ancianos, que estaban asociadas a infecciones severas como la fascitis perineal o gangrena de Fournier grave, que puede llevar a la muerte, e incluso se describió un aumento de la necesidad de amputaciones en los miembros inferiores. Esta combinación de algunos beneficios que exceden su efecto hipoglucemiante con reacciones adversas graves, obliga a considerar su balance de beneficios y riesgos en el momento de determinar el lugar actual de los iSGLT-2 en la terapéutica. 

La evidencia acumulada ya permite delinear algunas orientaciones, que desarrollaremos en este número de FoliaDOC

Compartir