Este punto de vista propone que la medicina sensata para COVID-19 puede servir mejor a los pacientes que un tratamiento sin razón que utiliza intervenciones no probadas hasta el momento. Con la medicina sensata, la traducción del conocimiento a la cabecera de la cama se calibra adecuadamente con el rigor y el razonamiento de la evidencia disponible y la gravedad del resultado que se debe evitar. JAMA. 15 de octubre de 2020